miércoles, 6 de mayo de 2009

NUEVAS NECESIDADES EN LA FORMACIÓN DEL PROFESORADO


PRESENTACIÓN:

En una sociedad de la información y la comunicación, la práctica totalidad de los campos profesionales han visto incrementado su potencial de desarrollo con la incorporación de las Nuevas Tecnologías y ello ha motivado un cambio sustancial en el modo de ejercer sus funciones específicas. Esta situación lleva como contrapartida la demanda implícita de nuevos papeles para el desempeño profesional.

En el caso concreto de la educación, a lo largo de estos últimos años se habla mucho del nuevo perfil del docente como consecuencia de la integración de las Nuevas Tecnologías en el ámbito educativo.

A continuación exploraremos el papel que ha de desempeñar el docente ante la nueva sociedad del conocimiento, así como un análisis de nuevas necesidades en su formación como profesional de la docencia.

La profesión docente en la actualidad, gira en torno a tres papeles básicos:

El primero es un papel técnico, que permite identificar a los docentes como expertos habilitados para guiar el aprendizaje de los alumnos conforme a determinadas reglas metódicas de reconocida solvencia. Este papel ha ido incorporando algunas funciones que desbordan la docencia clásica, como las relacionadas con la tutoría, la gestión didáctica y la innovación. Su identidad se define por una tarea de claro matiz tecnológico según la cual el profesor sería un ingeniero de la instrucción.

El segundo papel se asocia a los aspectos éticos y socializadores de la profesión. El docente ha sido, es y será, en el sentido durkehimiano más estricto, un agente de primer orden en el proceso de socialización metódica de los menores en el tejido social. Los valores, actitudes y otras pautas de conducta que exhibe o vehicula constituyen un marco de referencia normativo para las personas en formación. Por otra parte, como juez evaluador, el docente desempeña una función fundamental de control social, al legitimar través del sistema de exámenes, calificaciones y grados los prerrequisitos del orden meritocrático e influir en las estrategias de reproducción, movilidad, igualitarismo y compensación.

Finalmente, el tercer papel del profesor se vincula a la satisfacción de las necesidades de autorrealización de los individuos en formación y de sus demandas de bienestar. Este papel enlaza con algunas tradiciones bien enraizadas en el mundo pedagógico, como las que enfatizan el papel del docente como preceptor, partenaire o terapeuta.

Los docentes de nuestros días deben desempeñar quince funciones básicas de las cuales se desprenden interesantes propuestas para su formación y perfeccionamiento:

01.- Favorecer el aprendizaje de los alumnos como principal objetivo.

02.- Utilizar los recursos psicológicos del aprendizaje.

03.- Estar predispuestos a la innovación.

04.- Poseer una actitud positiva ante la integración de nuevos medios tecnológicos en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

05.- Integrar los medios tecnológicos como un elemento más del diseño curricular.

06.- Aplicar los medios didácticamente.

07.- Aprovechar el valor de comunicación de los medios para favorecer la transmisión de información.

08.- Conocer y utilizar los lenguajes y códigos semánticos (icónicos, cromáticos, verbales...).

09.- Adoptar una postura crítica, de análisis y de adpatación al contexto escolar, de los medios de comunicación.

10.- Valorar la tecnología por encima de la técnica.

11.- Poseer las destrezas técnicas necesarias.

12.- Diseñar y producir medios tecnológicos.

13.- Seleccionar y evaluar los recursos tecnológicos.

14.- Organizar los medios.

15.- Investigar con medios e investigar sobre medios.

Tras este análisis nos podemos cuestionar: ¿Puede ser el profesor actual, al mismo tiempo un profesional eficaz, ingeniero de la instrucción, un juez justo y un buen compañero? Los expertos manifiestan que el profesor de finales de siglo deberá abordar otras nuevas tareas, desde una actitud abierta a los múltiples acontecimientos e informaciones que se generan a su alrededor. Y es que el cambio tecnológico se produce a una gran velocidad y requiere por parte de los profesionales un esfuerzo de adaptación, actualización y perfeccionamiento permanente.

Desde esta perspectiva el perfil del docente debiera configurarse como un profesional atento a todas las posibilidades de comunicación que el medio le ofrece, para hacer más adecuado, exitoso y atractivo el proceso de aprendizaje de los alumnos. Un maestro que revise críticamente su propia práctica desde la reflexión de sus intervenciones como docente, y que pueda ayudar a sus alumnos a "aprender a aprender" en una sociedad cambiante y en constante evolución.

Según la profesora Marabotto (1996) son tareas cruciales para el docente interesado en mejorar su tarea: conocer a fondo las estrategias cognitivas que el tratamiento eficaz de la información requiere y ayudar a los alumnos a reflexionar acerca de cómo mejorar su propio trabajo no sólo con el conocimiento mismo, sino con las tecnologías disponibles en cada momento para adquirirlo y consolidarlo. "A él le corresponde explorar y valorar cómo interactúan estos medios con el aprendizaje, qué efectos producen en el estilo cognitivo de los alumnos, cómo elegir los más adecuados y disponer una experiencia significativa para su utilización como herramienta en situaciones de enseñanza-aprendizaje" . (Marabotto, M.I., 1996: 53)

El profesor debe ser un conocedor de su materia, pero además ha de aprender a ser un experto gestor de información sobre la misma, un buen administrador de los medios a su alcance, y desde esta orientación dinamizar el aprendizaje de sus alumnos. Una ayuda eficaz para la gestión de la información que aceleradamente se genera en la sociedad de la información y la comunicación con las Nuevas Tecnologías, que están cambiando los modos de ejercer las funciones de los docentes en la formación de las generaciones futuras.

Una de las necesidades más inmediatas que debieran contemplarse para la integración de las Nuevas Tecnologías en los procesos de enseñanza-aprendizaje pasa por cambiar el actual papel que el profesor tiende a desempeñar en nuestra cultura escolar.

El perfil de profesor con la aparición de las NTIC implica un permanente afán por perfeccionarse y actualizarse constantemente en sus técnicas docentes, en su enfoque metodológico, desde un proceso constante de investigación y evaluación de su propia práctica pedagógica.

Se debería contemplar al formador en su papel total: como planificador (momento preactivo), como procesador de información y ayuda al aprendizaje (momento interactivo o desarrollo del proceso) y como evaluador del aprendizaje del alumno (momento postactivo). Todo esto contemplado bajo la óptica del contexto cambiante.

El profesor no puede ni debe competir con otras fuentes informativas, sino erigirse en elemento aglutinador y analizador de las mismas. En el momento que vivimos no basta con saber el contenido de la materia para enseñar bien.

El nuevo papel del profesor en relación al uso de la Tecnología de la Información y la Comunicación, puede entenderse atendiendo al siguiente cuadro en el que se especifican las características y tareas del profesor desde dos modelos educativos contrapuestos.

Modelo Tradicional

1.- Profesor aislado
2.- El profesor como instructor
3.- Se pone el énfasis en la enseñanza
4.- Suele aplicar lo recursos sin diseñarlos
5.- Didáctica basada en la exposición y con carácter unidireccional
6.- Solo la verdad y el acierto proporcionan aprendizaje.
7.- Restringe la autonomía del alumno
8.- El ordenador está al margen de la programación

Clásico Modelo Tecnológico

1.- El equipo docente
2.- El profesor como mediador
3.- Se pone el énfasis en el aprendizaje
4.- Diseña y gestiona recursos
5.- Didáctica basada en la investigación y con carácter bidireccional
6.- Utiliza el error como fuente de aprendizaje
7.- Fomenta la autonomía del alumno
8.- El uso del ordenador está integrado en el currículum

En la sociedad de la información el modelo de maestro cuya actividad se basa en la clase magistral es obsoleto. Las redes telemáticas pueden llegar a sustituir al profesor si éste se concibe como un mero transmisor de información ya que en las redes tienen gran capacidad para almacenar información y desde ellas se puede adaptar dicha información a las necesidades particulares de cada alumno.

El objetivo de la escolarización hasta la Universidad, además de la transmisión de conocimientos, es la socialización. De ahí que se prevea que las redes, más que sustituir la educación presencial, puedan ser un complemento de la misma permitiendo el acceso a fuentes remotas.

La tarea del profesor se dirige a que los alumnos aprendan por ellos mismos, para lograr este propósito realizarán numerosos trabajos prácticos de exploración. Aparece así la figura del profesor como facilitador frente al profesor centrado en la transmisión de conocimiento, asentado en bases de poder, conciencia social y política. Entendiendo como profesor facilitador aquel docente capaz de preparar oportunidades de aprendizaje para sus alumnos.

Desde esta concepción el profesor se convierte en dinamizador de situaciones de enseñanza-aprendizaje, mediando en los procesos de aprendizaje de sus alumnos, donde las habilidades para su diagnóstico y orientación son más significativas que las de depositario de conocimientos y saberes.

Atendiendo a las nuevas teorías psico-pedagógicas sobre el aprendizaje, el profesor se ha convertido en alguien que pone, o debería poner, al alcance de sus alumnos los elementos y herramientas necesarias para que ellos mismos vayan construyendo su conocimiento, participando de forma activa en su propio proceso de aprendizaje. La figura del profesor se entiende más como un tutor del proceso de aprendizaje.

Con la integración de nuevas tecnologías en el ámbito educativo, las aulas en las que son debidamente explotadas se convierten en un espacio abierto e interactivo que permite asegurar el derecho a una educación para todos, sin límites ni fronteras.

Desde este enfoque el profesor adopta una función más de gestor del aprendizaje de sus alumnos, que de transmisor de conocimiento. El conocimiento se ha vuelto dinámico, y ello compromete a inducir destrezas y estrategias a los alumnos. La relación entre lo que se sabe, y lo que se es capaz de aprender cambia día a día, y nos acercamos al aprendizaje a lo largo de la vida. Ante estos incesantes cambios debemos tomar una actitud de estar al día, prepararnos para los cambios y no establecer puntos de llegada sino procesos de evolución.

Hay algunos factores que predisponen de algún modo al éxito en las experiencias de innovación:

* Que el tema de trabajo no se aleje demasiado de los temas del aula habitual.

* Que la experiencia permita despertar intereses, aprender algo más, pero no suponga grandes esfuerzos académicos sobre materias ajenas.

* Que la ayuda que se reciba del exterior permita aclarar dudas que surjan en la práctica. El hecho de que experiencias similares se estén llevando a cabo, o se hayan realizado previamente nos da seguridad en lo que realizamos.

* Que la experiencia sea valorada socialmente produce un aumento de interés por participar.

* La colaboración del Centro es esencial. Si los materiales tienen lugares adecuados en donde ubicarse, si los espacios pueden ser utilizados sin limitaciones ni impedimentos continuados, si no se producen pugnas por ocupar tiempos y espacios.

* Además de existir comunicación entre los miembros implicados, es importante dar a conocer la experiencia y sus resultados a otros miembros de la comunidad escolar (espacios de encuentro intercolectivo).

Para que el papel del profesor realmente cambie, se hace necesario un aumento de la autonomía del profesor, así como de su desarrollo profesional. La tecnología está transformando la ecología del aula y los papeles docentes, y estos cambios están induciendo una mutación sistemática en las teorías y en las prácticas didácticas.

Si queremos empezar a ver y concebir la Sociedad de la Información y las Nuevas Tecnologías que de ella se derivan dentro de la escuela, de manera accesible y natural, es preciso recurrir a este nuevo papel del profesor y no limitarse a ello, ya que de otro lado, los cambios propuestos también afectan de lleno al papel que el alumno desempeña en su aprendizaje.

Hemos de reconocer las dificultades con que nos encontramos cuando nuestros alumnos se sienten cómodos asumiendo el papel de receptores pasivos de la información que el profesor por los diferentes medios introducidos administra. Sin embargo estamos convencidos de que si pretendemos que el aprendizaje de nuestros alumnos pase de una concepción tradicional y por tanto memorística a otra más dinámica y significativa en la que el alumno desempeñe un papel activo y participativo, colaborando en la búsqueda, localización, intercambio e interpretación de la información, se logrará si vencemos la concepción del aprendizaje como simple acumulación de saberes para entenderlo como el elemento más significativo para la resolución y el replanteamiento de problemas reales. Sólo así nuestros alumnos pasarán a ser constructores activos de su conocimiento.

Como consecuencia de lo anterior, aparece un nuevo reto en la formación de los maestros ante la aparición de nuevas formas culturales. Es así como el mundo de lo tecnológico se está convirtiendo en un componente esencial de la formación del profesorado. Sin embargo nos preguntamos si desde la Escuela es considerado como un componente cultural y curricular de importancia destacada. La escasa utilización que el profesorado hace de las Nuevas Tecnologías que tiene a su disposición en los centros, nos hace pensar más bien lo contrario. Podemos comprobar como en la mayor parte de las escuelas, el libro de texto continúa siendo el referente fundamental y la herramienta que enmarca una gran parte de las tareas realizadas en el aula. Si bien es cierto que cada vez se eleva el número de docentes que utiliza los medios basados en las Nuevas Tecnologías , su uso continúa siendo poco frecuente, sobre todo si lo comparamos con el libro de texto y otros medios impresos tradicionales.

En el momento presente mientras algunos esperan de los nuevos medios cambios importantes y positivos en la redefinición de las funciones de los profesores, pasando de transmisores directos de información a facilitadores del aprendizaje autónomo de los alumnos, otros, por su parte, han formulado temores fundados de que las nuevas tecnologías puedan hacer del profesorado profesionales más dependientes y ejecutores de programas diseñados más allá de su competencia profesional.

La formación debe, por tanto, constituirse en un proceso reflexivo que se realice a partir de las propias ideas de los docentes. La colaboración permanente entre la práctica escolar y la investigación rigurosa permitirá que la educación pueda dominar y explotar del mejor modo posible lo que unos consideran como instrumentos de esclavitud intelectual y otros, cada vez en mayor número, como una potente herramienta en manos del educador, que le permite preparar a los alumnos para enfrentarse al mundo actual.

Convencidos de la necesidad de implementar la tecnología como modelo para la intervención docente, urge capacitar a los profesores en el dominio de estos nuevos lenguajes de comunicación a través de una pedagogía de la imagen y del uso racional y crítico de los recursos tecnológicos en su aplicación a la educación. De ahí que hoy uno de los principales retos que tienen que afrontar las instituciones escolares sea la capacitación de los docentes en el dominio de la Tecnología de la Información y de la Comunicación adaptada a sus contextos de intervención.

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